viernes, 18 de marzo de 2011

El encuentro...

Se detuvieron frente a la "casa grande", y Luisa disimuló un gesto de fastidio, lo último que deseaba era hacer sentir mal a Ana. Paradas frente a la puerta, se miraron en un gesto de complicidad...

-¿Entramos...? -dijo Ana con una sonrisa.-
-¡Claro amor! Para eso vinimos, no?.-

Ana abrió utilizando su llave. Casi nunca la usaba, pero su padre insistía que la tuviera -Esta sigue siendo tu casa Anita, y no importa si vivís a unas cuadras o del otro lado del mundo, es tu hogar... - le había dicho don Esteban mirando fijamente a Luisa la primera vez que habían ido juntas. Era una forma sutil de hacerle saber a la "compañera" de su hija (no lograba decirle pareja) que el verdadero lugar de Ana era allí, su casa, su "hogar".

En el amplio living se sentía la fragancia de rosas...el fuego ardía suave en la estufa, y daba al lugar una sensación agradable de paz...calidéz...calma...

Ana se quitó el abrigo y le pidió el suyo a Lu. Los colgó en el perchero de la entrada al tiempo que decía: -¿Papá...? Ya llegamos! Holaaa!!!.-

-Mi hijita! -dijo él al tiempo que bajaba por la escalinata- ¡Mi consentida! - La abrazó con cariño y simulando enfado dijo: -Al fin se te ve la cara eh! Si no te llamo no vienes a ver a tu padre!- La miraba sólo a ella ignorando a propósito la presencia de Lu, que observaba sin decir nada.-

-Vinimos -dijo Ana al tiempo que extendía su mano para que Luisa viniera a su lado- porque cada vez que nos llamas, venimos. Y también porque tenía ganas de verte...

-Yo también queria verte querida! Deberías venir más a menudo!

-Sí lo sé, pero sabes... el trabajo a veces no me lo permite. Pero ahora estamos aquí! Así que, qué era eso tan importante que tenías para decirme?

El rostro de don Esteban se tornó serio, dándole al momento un aire de misterio...

-Hija, me voy a España dentro de quince días.

-Qué? Por qué? Pasa algo?! No me habias dicho que pensabas ir...!

-Es algo que surgió en estos días querida. Voy a la casa de tu tío en Madrid, pasaré un tiempo con él, no está muy bien de salud sabés?

-Pero...qué le pasa? -se preocupó Ana- Está muy mal? Qué tiene?

-No es tan grave, pero tiene que cuidarse, es el corazón, y yo quiero,necesito, pasar una temporada con mi hermano...

Ana se aferró al brazo de Lu y ella la abrazó con cariño, gesto que molestó un poco a su padre pero lo disimuló.

-Bueno, el caso es que la casa va a quedar sola, porque di por hecho que no ibas a querer quedarte vos ya que tienen "su casa" -puso énfasis en la última frase- Así que en cuanto yo esté allá, viene Rodrigo a instalarse en la casa. Él la va a cuidar mientras yo estoy ausente. Eso quería decirte.

Ana quedó de boca abierta, no podía creer que su padre hiciera eso. Estaba muy claro que no lo había dicho para que no se fueran a quedar en la casa las dos.
Sabía que no aceptaba mucho a Lu, pero nunca pensó que a tal punto. Rodrigo, su primo, era apenas unos años mayor que ella. En realidad, casi ni lo conocía, sólo por fotos que mandaban de fiestas familiares.

Don Esteban notó que su hija estaba molesta, y continuó...

-Tu primo es un buen chico Ana, te vas a llevar bien con él. Además, no será por tanto tiempo, sólo un par de meses...

-¡Qué?! -soltó Ana- ¡Un par de meses!? Y no me lo dices hasta el último momento?!

-No pensé que te importara tanto querida, hacía tanto que no venías que...

-¡Ah! Era eso no!?- ahora realmente enojada- Es tu pequeña venganza!

-¡Qué decís! No te castigo por nada! Mi hermano está enfermo!

-Pero podrías habernos dicho a nosotras que vigiláramos la casa! No quisiste! Eso es todo! Y qué confianza tenés con Rodrigo?! Lo conocés?!

-Es mi sobrino, por Dios!!!

-Y qué!? Qué sabemos de él! -Ana estaba notáblemente dolida.-

-Ani... -dijo Luisa con una calma sorprendente en ella, y hablando por primera vez desde que habían llegado- ...tranquila, no ves que ya está todo decidido? Vamos a casa...

Ana sintió que una lágrima quemaba su mejilla. No había esperado eso. Siempre pensó que con el tiempo la relación que tenía con su padre, mejoraría, que aceptaría su elección, pero ahora se daba cuenta, que su padre nunca estaría de acuerdo conque ella estuviera en pareja con una mujer. La discriminación era demasiado evidente...

-Está bien papá, ya entendí... no te preocupes, está todo bien. Pero no pienses que ésto va a acercarme más a vos...al contrario. Vamos Lu... quiero salir de aquí.

Su padre las vio salir en silencio, sólo Luisa lo miró fíjamente, antes de cerrar la puerta... Esa mirada decía tanto! Y él supo que ella jamás le perdonaría que tratara así a su hija...

La casa quedó en silencio... pero nada había terminado, Don Esteban lo sabía. En realidad, todo comenzaba. El plan...estaba en marcha.

jueves, 3 de marzo de 2011

Las vecinas...

Ellas... vivían juntas desde hacía dos años. Las vecinas comentaban, estaban atentas al mínimo movimiento en la casa. Claro, dos chicas solas, viviendo juntas... y no veían a ningún hombre que las rondara...¡algo raro estaba pasando! Era un hecho.

-Ani...están en la ventana otra vez!
Ana miró a su compañera y se echó a reír.
-Dejálas! No nos molestan!
¡A vos no te molestan! No las soporto!
Luisa levantaba la voz y hacía ademanes exagerados para el gusto de Ana.
La amaba muchísimo, pero el caracter de ella a veces la sacaba de paciencia-y eso que tenía de sobra!-.
-Lu...calma, no las mires y ya está.
-Ya está? -preguntó incrédula y enojada.
-Y ya está?! -le cortó el paso y la miró de frente.
-¡Siempre nos están vigilando, espiando...son, son...-los nervios la hacían tartamudear-¡Son insoportables! ¿Que no tienen nada más que hacer que ocuparse de nuestra vida?! -explotó.
-Probablemente no... -contestó Ana con la calma que la caracterizaba-
-Fijate que son personas mayores, y no tienen ningún pasatiempo...
-¡Ah claro! Y por eso el pasatiempo somos nosotras!
-Ja,ja,ja! -rió divertida Ana- Vení... no te enojes. -La acercó rodeándola suavemente con sus brazos. Su mirada profundamente azul siempre la calmaba, la centraba-.
- Ani...qué haría sin vos? Sos mi cable a tierra -sonrió-.
- ¡Y vos mi fuego crepitante! -reía de buena gana-.
- ¡Ah sí!? Te divertís a mi costa no? -la sostuvo por ambos brazos y riendo la arrastró hasta la cama.
- Pará...Lu... -no la dejaba hablar, la besaba con pasión-. Pará... tenemos que... -imposible detenerla. Como todo lo que ella hacía, era avasalladora, dominante, imparable...

La habitación había quedado en penumbras, Ana se despertó sobresaltada.
-¡Ay Lu! -la sacudió suavemente-. ¡Nos dormimos! ¡Qué hora será?!
-¿Mmmhh...?
-¡Despertate! Tenemos que ir a ver a papá! Te acordás?!
-Ahhhh...sí, por lo de tu primo, no? - se estiró sin prisas-.
-¡Sí! ¡Dale! Sabés que a papá no le gusta esperar!

Luisa se levantó sin ganas. No le hacía mucha gracia ir a ver a su "suegro". Él sabía de la relación que su hija mantenía con ella, pero aunque no se metía, tampoco la aprobaba. No perdía oportunidad de presentarle a Ana "buenos candidatos" con la esperanza de que su hija volviera a "lo normal".

-Bueno, vamos...-dijo sin entusiasmo-.
-Gracias Lu... -la besó tiernamente-. Por eso te amo...
-No sigas...-la miró con picardía-. Si no...no vamos nada...
-Bueeeeno...-fingiendo enojo- vaaaamos niña Lu! No hay que portarse mal! Vaaaamossss....!!!

La tomó del brazo y la arrastró hasta la calle. Hacía frío, Mayo ya dejaba sentir un avance de lo que sería el invierno. Luisa la abrazó, y miró hacia las ventanas de la vereda del frente. Ana lo notó.

-No te cansás de provocarlas no?! -habló sin mirarla-.
-Y para qué están mirando!? ¡Que se la banquen!
-Ay Lu!
-¡¿Quééé?! - se paró y la miró sin poder aguantar la risa-. ¡No tengo la culpa de no poder tener las manos lejos de vos!

Le plantó un beso en la boca que hizo tambalear a Ana. -¡Lu!!! -le dijo enojada-. ¡Basta! Sabés que no me gusta exibirme...- comenzó a caminar sin detenerse. Luisa dudó un momento, pero al fin, salió corriendo detrás de ella, hasta que la alcanzó e igualó su paso...

-Perdoname... -seria-. No quiero ponerte mal...
-Sí, ya sé -contestó sin mirarla-. Apurate, vamos tarde...

Y apuraron el paso hacia "la casa grande" como solía llamar Ana a la casa de su padre. Iban nerviosas, las dos. Qué se traería entre manos esta vez Don Esteban...? La única forma de saber, era...enfrentarlo.